Así llegó Fernanda a consulta: cansada, incómoda, y con una sensación de estar atrapada en un ciclo sin salida.
Su malestar había comenzado con una infección urinaria. Al principio, pensó que sería pasajera. Pero los días pasaron, los antibióticos se acumularon y, pese al esfuerzo médico, el problema no cedía. La infección iba y venía, como si algo dentro de ella no terminara de sanar.
Fue su ginecóloga quien le sugirió considerar una alternativa complementaria: el biomagnetismo. Con escepticismo, pero también con esperanza, Fernanda decidió probar.